19.8.11

Antiguo Poema sin nombre #3


te recorro, pradera de suelo de duraznos,
con todas las lenguas de mi cuerpo,
mojando de trémula saliva los surcos de tus huellas
y tu corazón se hace dos, se multiplica
(incertidumbre de nido de gaviotas),
muerdo el corazón de cada uno de tus higos
con los dientes de mis ojos
(sabor a pequeñez de flor cerrada),
y los lindes de tu cuerpo me desbordan.

te miro con los iris de las manos
los húmedos desiertos de tus piernas,
los mares y huracanes de tu espalda,
y mi sed de ciego que navega
se agota con tu aroma de cáliz no bebido,
lamo, muerdo, venero las constelaciones de tu vientre
(con su frescura de rosa que aún no nace),
mientras los mil ojos de tu cíclope me lloran tu deseo
(con tu impaciencia de fieltro impenetrado):
quiero acostarme en las llanuras de tus cejas,
dormirme cobijado
por la materia lunar que hay en tus uñas.

mujer de noche, de fina sustancia nacarada,
de recortes de pieles de membrillos
vestida con las ropas del incienso,
niña, mujer pequeña, viuda prematura
(con tu inocencia de veneno entre los dientes),
tienes el sueño más grande de mi insomnio,
y los ojos más largos que una ola,
mujer, virgen exiliada,
dame de beber del polvo de tu aliento,
bésame con el sueño de tus hombros,
quiero respirar con tu cansancio.
                                   quiero salivar con tu placer.

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